Mi telenovela sería de esas que se llaman como la protagonista, así a secas, nada de pasión de no sé qué ni tampoco amor con no sé cómo, sería simplemente mi nombre escrito en manuscritas saliendo en plena pantalla con la canción de fondo que lleva el mismo nombre, una cursilería más o menos de ese tipo. Con las cosas que a una pueden llegarle a pasar en un año así no más viviendo dizque normalmente resulta que es posible sacar material para varios episodios, están todos lo personajes y sus diversos giros en la historia, están los personajes constantes, está la pareja que debe ser y tiene los obstáculos en el camino, hay antagonistas, hay el recurso desesperada de los guionistas donde ponen algo casi que imposible que sin embargo sucede, o la situación cómoda que cambia para siempre está el comic relief que es el perro o las tardes con los amigos, están las escenas de romance y las intrigas y por supuesto las revelaciones.

¿Y ahora?, ahora estamos en el último peak de tensión, justo antes de que llegué el happy ending debe haber una última situación, en este caso una sorpresa que todos los personajes ignoraban, hasta la propia protagonista, eso que hace que "Penny" tenga su momento de mayor felicidad, con el típico pequeño conflicto por resolver antes de que pueda mostrarse a todos los personajes queridos felices, y esa gran palabra se dibuje en la pantalla: Fin.

Hablamos de un camino, de un destino latente que de una forma u otra nos hace decir cada vez que terminamos en el lugar preciso en el momento justo "esto tenía que pasar". Ya lo he dicho, creo en ese "faith" que nos ronda no como un jefe abusivo sino como una sugestiva señalización vial. Me hacen sonreir las pequeñas coincidencias como que cada vez que escribo en un cuaderno la última palabra de una línea se repita en la línea inferior y más aún sonrio cuando veo lo escrito en ese cuaderno y recuerdo el instante en el que decidí cambiar mi letra, primero de manuscrita a imprenta y luego a sólo imprentas mayúsculas, porque quise, porque pensé que así cualquier persona podría leer lo que escribía con mis manos sin tener que preguntar jamás si eso era una R o un 8 o alguna tontería similar, fue útil en el colegio para mis compañeros porque les prestaba mucho mis cuadernos para que se pongan al día.

y yo no sé como pero de repente esa decisión influyó en otro aspecto porque asi como hay sugestivas señales también hay una ley causa y efecto inevitable. Empezando con el simple hecho de que mi papá se haya casado con mi mamá y que por lo tanto mis hermanos y yo existamos y demos lugar a otras existencias. Y que si cinco meses antes de mi nacimiento mi tía no hubiese dado a luz a mi prima yo no la habría tenido de amiga y hubiera viajado mucho menos en mi vida, habría hecho muchas menos travesuras de niña y tal vez no sabría bailar merengue, no habría sido luego adicta a la playa debido al grupo de las siete locas por quienes conocí a mi primer enamorado quien me enseñó la importancia de tener cosas en común luego de darme cuenta de que no teníamos ninguna.

Y luego me dio por ponerme a escribir e inventar el quinto sociales news para rayar a mi profesora de literatura, periódico con una sóla edición que me hizo creer que quizás podría ser periodista, noción que me hizo terminar una carrera en la Católica donde conocí a los engaños de la burocracia, lo fácil que es "pasar" de ciclo y que aunque hay tanta gente con cacahuates en el cerebro también hay gente con la que se puede conversar, hasta sale alguien con un poema o alguien que te invita a jugar juegos extraños donde conoces a más gente igual de loca que tú. Y luego un loco te enamora y te deja y te enamora y pierde la razón por completo hasta que la recobra y se enamora mientras te enamora de nuevo y escribes en un blog y conoces nuevas personas que te afectan y te hacen reir, te traicionan o pierden el sentido de la lógica y entonces te conoces a tí mismo.

Sino fuera por la ausencia de la rutina no conocería al dedillo mis manías y mis sueños, sino fuera por la persistencia del corazón no conocería lo que es el verdadero perdón y la reinvidicación de las ilusiones, sino fuera por Cortázar tal vez no estaría obsesionada por las palabras, sino fuera por Yoko no podría recordar que a veces importa más crear aún cuando sólo tengamos ganas de destruir, sino fuera por Fito no sabría lo que es cantar hasta las lágrimas en el carro en plena Quito aunque el tipo de la moto te quede mirando, sino fuera por mis chicos me sentiría loca única, sino fuera por una tocaya sería aún más ingenua, sino fuese por mi perro no entendería la incondicionalidad de ciertos amores, sino fuera por la química que nos envuelve no sería tan pasional, sino hubiese tocado el fondo con mis labios aún estaría esperando una herida mortal y sino fuera por el amor no habría podido sanar todas mis heridas.

Si el universo no fuera mío no podría guardar el silencio que guardo a la expectativa de que algo valga la pena decirse con mi voz para destruir las incoherencias del resto frágil de alma o conectar de golpe con los otros que comprenden (como tú). ¿Queda más que decir? ¿Queda la duda de que estamos pegados al camino que a veces escogen nuestros propios zapatos? Queda pensar en el universo paralelo donde yo con el cabello teñido de rubio paso po el local de dvd's para comprar la última película de Jlo antes de llegar a casa luego de mi trabajo vendiendo mausoleos.

No es sencillo saltar al vacío con la única certeza de que se comete un acto de fe, pero esos minutos en el aire cuando la libertad es tangible y el suelo lejano, cuando simplemente sabes que estás a salvo, esos minutos son los que en verdad hacen que una se sienta viva.

A cada rato soy otra, las revelaciones me llegan de a bocanadas grandes de intuición y todo queda para el entendimiento y el entendimiento me abre las ganas de seguir siendo parte únicamente de las cosas que elijo con mis propias manos y puedo saborear con mi propia lengua, con los sabores intensos de la realidad, esa que a veces me quita la urbanidad y las buenas costumbres y que otras tantas veces me deja mirar por la cerradura para entender como mismo es que funciona toda esta locura y ahí, mientras me mantengo mirando fijamente a través de aquella cerradura se aclaran todos los movimientos tenues que han armado el libro que escribimos con agua y sal.

Soy materia que no se extingue, se transforma y cada vez que cambia el rumbo algo me dice que al final el destino siempre es el mismo.