Me pasa que me convierto en lo que ocurre frente a mis narices, bueno, no frente a mis narices exactamente, sino lo que se perfila en mi mente. Esa sensación que queda luego de salir del cine de que uno es similar al personaje principal y que su entorno se asemeja al de la ambientación del largometraje. Fui una maestra en artes marciales después de ver Kill Bill y la ciudad me parecía más insegura al dejar la sala después de Sin City.

Hoy el personaje que soy está inmerso en la desvariación y así me siento, como el personaje de los libros que no suelto; me meto en mis divagaciones y en lugar de que algo sea una cosa y nada más, cada algo es ahora muchas cosas, tantas cosas como me sea posible describir de las maneras más creativas posibles, soy la angustia y soy el desenfreno de la mente. Todo lo que ocurre puedo relacionarlo o con el estilo de narración o con el personaje que leo y me encuentro a mi misma detallando lo que ocurre en mi cabeza como si lo dijera un narrador.

Sé que pasará, que es una etapa, soy lo que leo/veo en el instante, por semanas fui la verdadera Penny Dreadful, ahora soy lo que soy pero con su nombre. He sido muchas y muchos y me veo ante la posible realidad de no tener un rostro propio sino uno armado de los residuos de lo que mi cerebro ha chupado de las historias ajenas, ¿será que asumo los personajes que tienen más cualidades en común conmigo o será que hay ciertos autores/directores capaces de adentrarnos tanto en la historia que creemos que somos nosotros mismos quienes las vivimos?

¿Has sido algún personaje en algún momento?

Digamos, supongamos, así sin tintes de drama y sin un ápice de pena por lo que nos estamos imaginando que hay la posibilidad de no volver a ver a tus amigos, ya sea porque emprendes un viaje lejano o el gran viaje sin retorno. Algo así de improvisto, entonces miras alrededor y ves todas las cosas que durante tu pequeña o grande vida has ido recolectando, esos tesoros que tienen tanto de tí porque te encantan y decides dejarle tus cosas preciadas a tus amigos como regalándoles un poco de ti, para que siempre piensen en ti y no te veas en la obligación de venir luego alguna noche a halarle a alguien las patas.

Yo soy una coleccionadora de papeles, tengo decenas de cartas que no envie, poemas que nadie nunca leyó por ser avergonzantemente malos, ideas que nunca vieron la luz pero fueron escritas en servilletas, además están las cartas que recibí, los textos que me han escrito, tarjetas de cumpleaños y ese tipo de cosas, todo está cuidadosamente separado en cajas de zapatos y organizadas según la etapa de mi vida, el contenido de mi cabeza en general pero en papel y los souvenirs de diversos momentos especiales, eso junto a los archivos de mi computadora, el dvd de Amelie y algunas fotos le dejaría a ese loco que es mi protector y me divierte constantemente, you know. Y a su hermanita mi Stitch de peluche y todos mis materiales pulserísticos.

Bajo mi equipo de sonido están los discos que he acumulado, desde Alanis Morrisette hasta el último de Beck, una gran mayoría son originales, toda mi música, todos mis mp3's y el resto de mis dvds se los dejaría a mi prima, la niña que no puede vivir sin música, que lleva el ritmo bajo la piel, la música y todas las fotos de mi infancia serían para ella.

Sobre mi computadora están los libros que más me ha gustado leer, en especial los de poesía esos los repartiría entre Paulette y la Lola porque son quienes me vienen a la mente cuando pienso en los primeros momentos en que me dieron ganas de escribir poesía, bueno también me viene Mustard a la cabeza pero él tiene muchos libros ya, a él le dejaría el poster sobre madera de Let it be y la impresión de las flores de The Wall que tengo en mi pared. A Paulette como bono especial por tantos abrazos también le dejaría un cuadrito colorido de un angelito que me robé de la casa de mi tía.

El zoológico de peluches los repartiría entre mis amigos gamers como yo, esos que prefieren venir a mi casa un sábado con una botella de vino a conversar tonteras y jugar rol a cualquier otra cosa, como son todos hombres les dejo mis peluches para que tengan alguna otra cosa tierna que ver, no que yo sea la ternura andando pero para que recuerden al menos mi amabilidad. Y a ese que siempre me lee desde lejos y me quiere tanto, Mr. Mefistófeles, mi Nintendo DS.

A la diosa Palas y a Pelo van todas mis velas porque su sala siempre me ha hecho pensar en una iluminación romántica, claro, el poster y el pin de The Cat in the Hat también, mientras que a Fátima le dejaría mi gamecube con las dos palancas, creo que sería un elemento distinto a lo tradicional en su casa y sería muy entretenido. Pienso en Estela y pienso en letras, tendría mis cuadernos bonitos que no he terminado de llenar, el cartel con mi nombre porque es el mismo de ella y le quedaría bien y los derechos de cualquier barrabasada que yo haya escrito que a ella le parezca agradable.

La verdad es como difícil pensar en qué más o en quién más debiera llevarse qué pedazo de mis cosas así que estipularía que lo que no tiene dueño sea dado a quien quiera tenerlo, menos mi poster, mi muñequita y mi jabonerita de Asuka Langley que aún no se me ocurre a quién regalar, y peor la muñequita de Rei, esa creo que me la llevo hasta la tumba. A mi familia pues free choice, tipico mi ropa porque le queda a mi mamá y a mis cuñadas pero en especial a mis padres el mejor cuento que me salga y la carta más grande del universo.

No me tomen a mal, no estoy siendo fatalista ni ando con ganas de dejar la vida loca, simplemente se me ocurrió que tengo muchas cosas lindas y que si no pudiera tenerlas quisiera que alguien más las tenga, alguien a quien les puedan parecer interesantes. Como me gusta tenerlas y en realidad no les pienso dar nada porque ni me voy a morir ni me voy de viaje al menos les puedo mencionar mis ideas y hacer como que la intención sí es lo que cuenta. Yo me he explayado vanidosamente con mis tesoritos y nombrando a cada persona; sé que esto se puede asemejar a un "chiste interno" pero sé que al menos más de uno pensará en algo especial y a quién se lo confiarían y al fin y al cabo esa era la verdadera intención del texto.

¿Has pensado alguna vez en tu testamento?

Sí, ya sé que ando como muy científica esta semana a pesar de que el lema del blog es "pura tripa" pero qué les puedo decir, mis otros temas quedaron atrás cuando me enteré que hay varias personas por ahí que no tienen idea de que son los michugos y eso causa en mí la misma reacción que le causa a otras personas enterarse de que no sé andar en bicicleta, es decir es realmente raro. Yo que iba a la playa tanto de pequeña y exploraba la orilla del mar en busca de conchitas y demás pues me topé con estos animalitos hundidos en la orilla, ahí en la arena mojada sacando de a cientos sus antenitas. Curiosa como era agarré uno y lo mostré a mis padres que prontamente me dijeron: -Eso es un michugo. Ahora me da cosa agarrarlos pero cuando era más pequeña era un arte recolectarlos y examinarlos, luego los devolvíamos a su hogar.

Los michugos son unos animalitos grises y de patitas blancas, en la arena puedes encontrar unos mini michugitos que parecen hormiguitas de lo pequeños que son y más al fondo es posible encontrar michugos gordos que tengo entendido se utilizan para hacer cebiches, así que si alguna vez les ofrecen cebiche de michugo pues ya saben qué mismo es. Me tomé la molestia de usar mis contactos en busca de un biólogo que me pueda dar el nombre científico de los michugos ya que aparentemente sólo aquí se los conoce con ese nombre, creanme que intente googlear la palabra michugo y sólo encontré a un chino de apellido peculiar.

Como sea, el animalito este también es conocido como chanchito de mar y su nombre oficial es Emerita Análoga, se lo considera un crustáceo de la familia Hippidae. De mis recuerdos de la infancia sé que son aguaditos y que sus patitas hacen cosquillas en las manos, ahora me entero que son invertebrados lo que explica su "suavidad". Las imágenes que encontré en realidad no les hacen justicia a los michugos que son bastante menos feos en vivo y en directo, parecen como insectitos de la arena y los más chiquitos podría decirse que son hasta tiernos.

Así que ya saben si van caminando por la orilla de alguna playa de Salinas y ven que al recogerse el mar cientos de cositas transparentes reflejan la luz del sol y no saben qué mismo es aquello tan raro bajo sus pies pues es una colonia de inofensivos michugitos cogiendo calorcito del sol.

La Hipófisis es una glándula situada dentro de la cabeza. Emerge a modo de apéndice de la misma base del cerebro, estando alojada en una cavidad ósea del cráneo llamada Silla Turca por su forma peculiar de silla de montar. La hipófisis tiene dos partes, digamos para no hacerlo complicado que tiene una parte delantera y una trasera, la parte trasera tiene una conexión directa con el hipotálamo.

El hipotálamo es el que regula el flujo hormonal. Y según sea hombre o mujer, organiza las hormonas de modo distinto. Ordena a la hipófisis que emita las instrucciones para que se abra y cierre la válvula de las hormonas sexuales. En el caso del hombre, su tarea consiste en mantener el nivel hormonal constante. Pero en las mujeres las cosas son distintas, se crea un sistema de fases o ciclos (normalmente de veintiocho días).

La hípófisis femenina es un poco más grande que la masculina, siendo la diferencia en altura de 2 mm. La hipófisis de una mujer embarazada es aún más grande y más pesada, esta glandula reduce su tamaño y peso con la edad en ambos sexos.

Es decir, las mujeres tenemos toda esa área del cerebro más grande que la de los hombres, eso que regula las hormonas y las capacidades afectivas verbales. Eso que hace que cuando andamos tranquilas por la vida y nos topemos con un cachorro o un bebé o cualquier cosa tierna salga de nuestra boca un oooooh de dulzura, y en otros muchos casos solo la sensación si nos da vergüenza lanzar el oooooh en público.

Y los hombres son un poco inmunes a este tipo de reacciones, además el cerebro femenino tiene borrosa la línea divisoria entre hemisferios los que hace que si de un lado tenemos la capacidad verbal y del otro la afectiva nosotras podamos hablar de nuestros sentimientos con una inmensa facilidad. Así estamos diseñadas a pesar de que es claro que no todas las mujeres se enternecen con lo mismo o tienen la facilidad de expresión pero sí la mayoría. Venimos programadas para ser más emocionales y todo porque un pedacito de nuestro cerebro es 2 milímetros más grande y por lo tanto produce más hormonas y las hormonas pues a veces pueden dirigirnos.

No sé ustedes pero yo soy bastante curiosa y me encantan los hechos científicos, en especial cuando es posible relacionarlos con las cosas que me pasan. Entender porque me es inevitable decir ¡ositos! cuando paso por la juguetería, porque aunque haya estado pensando en las cosas más serias mis pies irremediablemente se detienen frente a la tienda de mascotas y me olvido de todo y porque imágenes como esta me parecen tan endemoniadamente lindas.

Ayer bajé de mi carro y vi flores blancas y moradas en las macetas de abajo de mi casa, las mismas flores blancas y moradas que me robaba de niña de las plantitas que había en el edificio. No las veía desde que era así, niña, y ayer las miré y dije: "han vuelto las flores". Lo pensé mejor y las volví a mirar con la certeza de que las flores no crecen así de bonitas de la noche a la mañana y que efectivamente no era que ellas habían vuelto al edificio sino yo que volvía a notarlas.

Esta vez con mayor conciencia de mis actos no arranqué ninguna, sólo me dejé caer en el pensamiento de que he estado todo este tiempo junto a algo que antes me maravillaba y que pensé ido pero que la ida era yo. Yo que crecí de la escuela y aprendí a ser menos yo sola y más yo con los demás o para los demás, que empezó a involucrarse con la gente y a darse cuenta de que hay más personas en el planeta.

Y ahora el proceso se mueve al revés, de la conciencia de lo social a la reflexión interesante de ver que al final soy yo lo más importante de mí, así de real como sé es en la inocencia. Capáz de notar otra vez esas flores.

Años de alienación mental, años de cultura literaria y televisiva nos han hecho creer que las emociones que nos recorren y la fuerza y la euforia de las alegrías de la vida y aún mucho más las penas son menesteres propios de nuestro corazón.

Visto desde un punto de vista completamente abstracto pues aún es posible creer en esto, pero justamente debido a las referencias culturales que viven en nosotros, me refiero a que por ejemplo es posible expresarnos con frases como "tengo el corazón roto" cosa que da a entender perfectamente el sentimiento del que se habla pero que no necesariamente transmite una realidad en cuanto al estado de nuestro órgano interno sino que más bien es la realidad del otro corazón, del corazón inmaterial al que llamamos corazón debido a que así nos enseñaron que se le decía pero que en efecto no es el corazón sino alguna otra parte de nosotros más probablemente ubicada en alguna glándula o en el cerebro y ya visto un poco más poéticamente en un lugar de nosotros completamente intangible, ahí donde se guardan secretos y el buen humor.

Pero la verdadera verdad es que físicamente hablando el centro de las emociones es muy dificilmente el corazón sino un órgano mucho más mundano ya que nadie le ha dedicado poemas: el estómago. Sí, es la panza la que sufre, la que "se rompe" cuando algo nos afecta, la que caprichosamente nos ata a sus deseos; las celebraciones son motivo de alimentación de calidad y las tristezas nos revuelven las tripas al punto de las náuseas. Los nervios nos afectan el hambre, las emociones a la digestión y esto es una verdad poco hablada.

Alvin y las ardillas cantaban una canción que decía "te quiero con todo el hígado", pero a mí el hígado no me duele cuando me deprimo, sí es cierto que lo ataco con la usual cerveza pero dolerme y afectarme como lo hace mi panza, de eso nada. Nos decepcionan y nos da nauseas, nos sentimos vacíos y nos llenamos con chocolates, nos sentimos inútiles y se nos va el apetito, entonces la conclusión es simple, es la panza la que más siente, siente más que el corazón, el físico no el lúdico. Ahora no es que andaré por la vida comentando que quiero a alguien con toda la panza pero una expresión como "eres entrañable" o "te quiero hasta las tripas" tal vez sea más honesta que un "te quiero de corazón".

Supongo que amar con el corazón es amar con la vida porque el corazón es el motor de la vida en los seres humanos pero esta reflexión sesuda (cuando hace calor), es nuevamente algo creado, un simbolismo por así decirlo que no quita certeza a mi proposición anterior de que el centro de las emociones es el estómago. ¿Verdad que sí?

En la Inglaterra del siglo IX si tenías un "penny" para gastar y digamos que lo tuyo era la literatura de horror y sangre pues no habrías tenido problemas en satisfacer tus gustos literarios debido a la gran cantidad de folletines y revistas que era posible adquirir, historias de miedo con los respectivos gráficos, estas publicaciones en serie se volvieron muy populares bajo el nombre de Penny Bloods o Penny Dreadfuls.

Estos Penny Dreadfuls eran como una fuente inagotable de historias terroríficas y grotescas que narraban historias de caníbales, asesinos y todo tipo de narraciones extraordinarias y a la vez escabrosas. Estas publicaciones marcaron un fenómeno cultural; más o menos por allá por el año 1860 empezaron a tomar forma de novelas góticas, una fusión de mitos urbanos y monstruos sacados de pesadillas, como una recopilación de leyendas misteriosas, como fantasmas en las calles, el padre que se come al hijo sin saber y ese tipo de historias que le pasan al amigo del amigo del amigo pero muy bien detalladas y muy macabras.

Pero no, ese no es el motivo real de bautizarme Penny Dreadful, hay más. En busca de un personaje que me represente me volqué a mis intereses hasta recordar vagamente una pequeña historia de una bruja principiante que alguna vez leí en un libro de historias de ficción basadas en un juego de rol llamado "Magos", el nombre llegó a mí y lo supe: Penny Dreadful. Busqué más de ella, encontré su novela online y me enganché.

Penélope Anne Drizkowski (Penny Dreadful para sus amigos), escribe en su Libro de las Sombras todas las cosas fantásticas con las que se topa en su camino al aceptar ser la niñera de las hijas de un vampiro, tiene a su lado el infaltable gato negro parlante, Mr. Mefistófeles y maneja un auto clásico. El arreglo de su atuendo para cada ocasión es un plan metódico, puede estar disfrazada de Mary Poppins o de Samantha de Bewitched con todo y el maquillaje, anda de aquí para allá con una lonchera como bolso donde carga hojas de apuntes de Keroppi y otros accesorios creados por Sanrio y donde alguna vez encerró también el pene de un hombre lobo, pero esa es otra historia.

Ahora bien, no yo soy muy gótica ni muy terrorífica pero la voz de Penny en su novela es muy distinta a lo que parece a simple vista, y es un personaje apropiable, al menos para mí en varios sentidos. No contenta con eso quedan los otros motivos, el primero el de llevar un diario o libro de sombras, en este caso un blog donde plasmar lo interesante del día a día; y el segundo el de volver a la raíz del término. No necesariamente por lo sangriento de mis posts (ya simón) sino porque eran considerados una forma un poco baja de literatura y es una forma de decir que si bien no creo que mis textos sean una barbaridad pues tampoco tienen el tinte literario que me gustaría poder impregnarles.

Y ya pues, quienes no tenían idea ahora la tienen, Penny Dreadful, es una historia y muchas historias, es lo sarcástica que preferiría ser mezclada con lo dulce que en realidad no puedo evitar ser, toda rosa por dentro.